Jueves, 22 de noviembre de 2018
El día que llegué a #Ecuador, un 10 de julio, iba en este bus desde Tulcán a Cayambe apreciando las hermosas montañas que iban de camino, pasando por Ibarra y Otavalo me sentí triste de no poder detenerme a conocer estos lugares, pues, me esperaban en Cayambe y La Mitad del Mundo y no podía parar, montañas, lagos y un verde majestuoso pintaban esas montañas.
Habiendo atravesado el país por la Sierra entera y hacia la costa, mi regreso a Quito tenía un propósito más allá de enseñar astronomía. Vivir el Equinoccio de Otoño/Primavera en la Mitad del Mundo y debía conocer entonces a Eli, mi compañera rusa con quien volví a recorrer el Ecuador pero desde el Oriente hacia La Costa.
En la ciudad de Cuenca, me separé de ella y conocí a un par de colegas que en su Kombi, también enseñan astronomía y compartimos muy buenos momentos y en contra de toda la burocracia logramos nuestra misión de enseñar astronomía en Cuenca. Luego de una visita a Inga Pirca, nos separamos e inició mi viaje hacia la salida de Ecuador.
Llegué entonces a Loja donde me recibió el Festival de Artes Vivas, una actividad que, similar a mi experiencia en Cuenca, opacó mi participación como astrónomo en la ciudad, por otro lado, el Planetario de la ciudad, ubicado en el parque Jipiro, estaba en mantenimiento, por lo que la directiva del parque sólo pudo ofrecerme usar los espacios del parque para el desarrollo de mis actividades, mas como otro visitante de la ciudad, me vi mas interesado en observar las muestras artísticas que muchos habitantes de Ecuador y otros países llevaban a cabo en las calles de la ciudad.
Pasados los 3 días de esta visita, me dirigí entonces a Vilcabamba, pero en la ruta, fui dejado en Malacatos, donde encontré una bella esfera de nuestro planeta.
Un lindo río y una linda vista de ese pueblo me llevó entonces a Vilcabamba. Allí me topé con anfitriones venezolanos que suelen compartir con viajeros que frecuentan el pueblo y disfrutan mucho la onda de los viajes. También visité el Cerro Mandango, mismo que me hizo recordar mi Ávila querida en Caracas, pues el cerro Mandango tiene una cruz en la parte alta y una fila o sendero para caminar. Ni tan larga, ni tan alta, pero suficiente para hacerme pensar que estaba pues en El Ávila.
De allí al Río Vilcabamba, a cumplir con esta aparente leyenda donde al parecer, el Río Vilcabamba tiene una cantidad de minerales que ayudan a prolongar la espectativa de vida de quien allí habita, pues esta ciudad, tiene las personas más longevas y que suelen pasar de los 100 años. Claro que tomé un baño allí y espero vivir muchos años mas.
Mi camino de mochilero, me llevó al día siguiente a conocer Palanda y Zumba, dos pueblos muy bonitos muy al sur. En Zumba, conocí a Erika, administradora de Tour Café una cafetería ubicada en el parque principal y en donde conocí muchas de las costumbres de su gente, especialmente la de comer hormigas Atta Laevigata u "Hormiga Culona" incluso, el gran monumento a esta especie está al pie del parque principal.
Cabe mencionar que allí disfruté de su riquísima comida así como también bebí uno de los más exquisitos cafés que he probado en muchísimo tiempo, espumoso y con una perfecta textura me dio las energías para seguir con mi viaje, pero con muchísimas ganas de regresar.
Luego de una hora de caminada el resonar de un caudaloso río frente a mi me dio entonces la señal de llegada a mi nuevo país... Perú.
Fue entonces a través de ese río donde culminé mi trazo por Ecuador. Un maravilloso país del cual aún desconozco mucho y que con mucho gusto volveré alguna vez para seguir conociendo sus increibles y diversos paisajes, así como a su maravillosa gente, fortaleciendo mas las actividades astronómicas del lugar y esperando coincidir con mas viajeros y más astrónomos.
En mi visita a Vilcabamba, conocí a Luis Miguel, un escritor venezolano, de Mérida. Él tiene una forma muy interesante de "Construir" sus textos, sobre libros viejos, recorta y escribe sus propios cuentos y los coloca en un librero.
Como una vez oí de una escritora venezolana "Los libros te dicen cuando quieren ser leídos" fue así como encontré este libro en su librero "Historias Amanecidas" donde la portada me llamó la atención pues es una astronauta sobre la huella de Buda, cuenta la historia de "La Luna Llegó a Los Estados Unidos" haciendo referencia a la misión apolo del 69 desde un punto de vista que cualquiera jamás se habría imaginado a excepción de Miguel, quien capturó en su experiencia un relato de gran solemnidad y que para un fanático de la astronomía y astronáutica, muestra el lado de la Luna que no conocemos.
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